Zona liberada para la droga; espacio público loteado por organizaciones sociales y el estado porteño ausente y cómplice a la vez.
El jueves 8 de abril, vecinos de la comuna 3 se conectaron, como cada mes, para participar de una nueva reunión de «Comisarías cercanas», a través de la plataforma zoom.
Los reclamos y denuncias son, prácticamente, los mismos que los efectuados el mes anterior, y el anterior del anterior, desde hace dos años, con el agravante que cada problemática se extiende territorialmente y se profundiza.
•Zona liberada 1: Narcomenudeo
En el último mes se produjeron dos hechos en los que hubo uso de armas de fuego con resultado de un herido y ningun detenido. Ambos corresponderían a un ajuste de cuentas entre bandas narco en el corredor narco de la calle Sarmiento. Uno se produjo en Valentín Gómez y Agüero, un sujeto que estaba sentado en una mesa de la vereda de un bar fue el blanco. Los disparos fueron emitidos desde un vehiculo en marcha. El sujeto resultó herido en una pierna. El otro suceso se produjo en Anchorena y Valentín Gómez a las 2 de la madrugada del 1/4, le dispararon a un hombre que estaba en la vereda junto a otros. Esta vez no impactaron en el sujeto, no se sabe si por ineficacia o porque que fue solo un aviso. Estos sucesos no tienen difusión periodística, tampoco una explicación por parte de la policía, pero son indicadores de la alta presencia del crimen organizado vinculado al narcotráfico que existe en la comuna 3. Es fácil ver que los narcos gozan de tal impunidad que pueden pasearse armados por las calles sin el menor costo.
En la reuniones, los vecinos enumeran direcciones de puntos de comercialización -activos a diario- en casas ‘tomadas’; en hoteles/inquilinatos (Larrea 426, Corrientes 2569, Catamarca 359, Sarmiento y Ecuador, etc); en espacios públicos, como plaza Miserere, plaza Manzana 66, plaza Fumarola, Sarmiento desde Pueyrredon hasta Anchorena, Valentín Gómez y Agüero, Jean Jaures y Rivadavia, La Rioja y Rivadavia, Alsina y Urquiza, Hipólito Yrigoyen entre Jujuy y 24 de noviembre, Catamarca y Alsina, la lista sigue.
La distribución de drogas en estos sectores de Balvanera es diaria, a la vista de todos. El Estado porteño no emite ni un mínimo gesto de resistencia. No hay acción por parte de la policía que, ante los reclamos de los vecinos señalando a transas, satélites y soldaditos -de los que conocen hasta los nombres-, casi siempre dice no encontrar estupefacientes en poder de los distribuidores. De todos modos, cuando aprehenden a algún individuo con unas pocas dosis -en Once, curiosamente, la policía JAMAS encuentra 2 kg de alguna sustancia- la justicia de CABA, con fueros en el narcomenudeo desde 2019, ordena soltarlos en el lugar. Los vecinos no tienen registro de que haya existido una investigación después de enero de 2019 que haya metido en la cárcel a alguno de los narcos dueños del mercado de venta de drogas de Comuna 3.
De lo que sí tienen certeza es que el ‘negocio’ de las drogas tiene a Balvanera un gran shopping con la veña del estado porteño, por acción u omisión.
Zona liberada 2: Manteros y cartoneros
La Comuna 3 tiene a 1500 manteros cada día ocupando veredas que son ‘loteadas’ por organizaciones sociales que, ademas, las tienen tarifadas. No es gratis vender en una calle del Once comercial. Todo el mundo sabe el precio y conoce el nombre de los gerenciadores, el Estado porteño lo avala con su mutismo. No existe un solo fiscal que haya actuado de oficio ante tal atropello a la ley. Mientras tanto los vecinos y comerciantes ven, cada mañana, como le arman en su vereda una manta con ropa de marcas apócrifas (delito federal) o una verdulería con cajones que llegan regularmente en una camioneta. Son 1500 puestos informales de distintos rubros, usando como escaparate la vía pública que sostienen los contribuyentes con el ABL.
Por otro lado, en ambos barrios, Balvanera y San Cristóbal, hay dos docenas de puntos de acopio de recicladores urbanos. En algunos casos son cuadras enteras en las que ocupan acera y calzada en un caos de cartones y demas materiales. Los cartoneros usan la vía pública, al igual que los manteros, para ejercer su oficio. Pero además, pernoctan en ese lugar, de modo que montan una ranchada con colchones, algunos muebles y elementos que constituyen su casa improvisada. Los vecinos denuncian la falta de higiene urbana en las veredas adonde están instalados estos asentamientos, además de enumerar hechos de inseguridad en la cercanía de algunos de los lugares de acopio. Las condiciones en que trabajan los cartoneros son de máxima vulnerabilidad. Una consecuencia de la falta de políticas de parte del Gobierno de la Ciudad que amaga cada cuatro o cinco años con regularizar y termina no ejerciendolo. Por otro lado, es común que se acerquen a los recicladores, pungas y transas que utilizan las ranchadas como refugio y tapadera.
El caos y el descontrol se han apoderado de los barrios. No hay ningún organismo del Estado que trabaje seriamente para mejorar la vida de los vecinos. Pareciera que todos los funcionarios, de todas las áreas, trabajan a reglamento: hacen un par de secuestros, labran algún acta, efectúan alguna inspección, aprehenden a algún delincuente, todo para la galería. El vecino espera que articulen tareas, que armen estrategias, que planifiquen, siempre usando como guía el cumplimiento de la ley. Nada de nada.
Y por otro lado, la clase política elegida por el pueblo para representarnos, viaja en su realidad paralela, ocupándose de definir la fecha de las PASO y las alianzas para el 2023. Lo que pasa en los barrios les importa un bledo.
Tendrán que arremangarse los vecinos o este partido estará perdido.